
La luz que entra por la ventana. La mirada cómplice de Goldín a su novio. El torso desnudo de éste y el cigarrillo, recien encendido, en la boca. Quizas sea muy temprano en la mañana, quizas no: el tema es que amaneció de nuevo y eso significa tener que hacerle frente a las cosas de nuevo. La mayoria de las fotos de Goldín son oscuros, raros y pesismistas retratos a personas que ya dejaron todo rastro de esperanza enterrado hace mucho tiempo. Y esta foto parece decir todo lo contrario. Hay en esta imagen una especie de lucha contra esas ganas de no levantarse, de quedarse en la cama hasta que el sol ese se esconda de nuevo, de encerrarse; pero tambien encuentro un extraño optimismo, como si de repente toda esa dureza áspera diera lugar a una fragilidad conmovedora. Cómo acostarse tarde un sábado a la noche y amanecer muy temprano un domingo a la mañana. La foto, que muestra una situación común, reconocible, de alguna forma se las arregla para convertirse en algo extraño.
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